Con tan solo mirar las fotos ya necesito afirmarme de la silla por el vértigo que me da. Es que una cosa es jugar tenis a muy alto nivel, como solía hacer el estadounidense Andre Agassi o como actualmente nos deleita el suizo Roger Federer, pero de ahí a tomarlo literalmente y subirse a la cancha más alta del mundo y jugar como si estuvieran en el pasto de Wimbledon, es ooootra cosa.
La exhibición se realizó en el hotel Burj al-Arab de Dubai, en Emiratos Arabes. No quedó establecida la altura exacta, pero se trata del cuarto edificio más alto del mundo, con 321 metros de altura y la improvisada cancha se encuentra en un helipuerto muy cercano a la cima de la estructura.
Me asusta pensar en dónde fueron a terminar sus tiros ganadores de estos dos cracks y con el pequeño margen para desplazarse, no quisiera tener que salvar un punto en una bola angulada que me sacara de la cancha. Significaría una caída… importante. De hecho, jugaría con zapatillas con pesos de plomo para no tener problemas con el viento que debe correr ahí.
